A Margarita con amor.



                             





Margarita Prieto nos ha dejado el 4 de julio de 2016.


https://youtu.be/zhRzORqNa0E

"Time", The Alan Parsons Project.



En 1990 tuve la suerte de conocer a Margarita, una de aquellas personas que hacen que vuelvas a creer en el amor y en la amistad. De talante pausado, experta en caminar más lenta que nadie, gran aficionada a la buena literatura y asidua de la semana negra de Gijón.

Nos ha abierto las puertas de su casa durante 26 años y las puertas de su vida, porque siempre ha estado a nuestro lado... aunque a una distancia real de 1.000 kilómetros. El amor ha fluido tanto con ella como con sus hijos Tarek, Rubén, Nader y Hanna, con sus parejas, con nuestra querida Ana de Lisboa.

No menos cercana ha sido la relación con Tere, Esther, Montse, Juan o la gente de Arenas de Cabrales, Oviedo y Colloto.

En el porche de su casa, ubicada en la Escuela Oficial de Idiomas de Gijón, hemos vivido tal vez los momentos más relajados, sinceros y felices que recuerdo. En familia, haciendo de las tertulias un entretenimiento único y del café y las cuches unos cómplices inevitables. Conversaciones largas y sinceras, bromas, complicidad, las noches que siempre estarán allí grabadas en nuestro corazón.

Margarita era comprensiva, auténtica, intensa, bondadosa, algo reservada, valiente, atrevida, puede que algo ingenua, muy generosa, muy solidaria, capaz de compartir sin reservas, desordenada, in-puntual, un poco loca, hippie, curiosa, discreta, luchadora, perezosa por la mañana y pegada a las sábanas durante la noche.

MG ha vivido experiencias mejores y peores, que siempre ha afrontado con una sonrisa, positivismo, energía y buena actitud.

Muy fan de Barcelona, la hemos tenido aquí muchas veces, para alegría de Conxa, Marta, Sergi, Andrés, Eva, María, Javi, Nuria, Sonia, Adrián, Ferràn y Richi.

Dos familias no de sangre unidas por unos lazos mágicos invisibles, que se han hecho más fuertes cada día y cada año.

El destino, las circunstancias o esas cosas que no podemos controlar ni modificar han conseguido que aparezca la tristeza en el escenario.




Gijón sin ti es como una noche sin luna, como un cielo sin estrellas, como una sinfonía sin violines o como un un playa sin sol.

Gijón sin ti es como arrancar del paisaje un millón de cosas bonitas que tú has preparado para que nos sintiéramos felices.

Gijón sin ti es parchear un verano que siempre había resultado maravilloso.

Gijón sin ti es una novela anónima que no tiene un final feliz.

Me hubiera gustado desafiar a la ciencia, tener super-poderes o inventar algo para que ese alien que tenías en la cabeza  hubiera desaparecido para siempre.

Me gustaría parar el tiempo, mirar esas manos que acarician gatas y perra, saborear ese clima asturiano cambiante, esos aperitivos, esos paseos por el muro, los conciertos en la Plaza Mayor, las comidas sin pre-producción, la sidra, las fabes con almejas, la fabada, la lectura comentada del diario, las canciones, los partidos de fútbol y ping pong improvisados.

Recuerdo esas tardes con música en La Laboral, las escapadas a Llanes, los partidos del Sporting, los días de tapeo, esa sensación de engordar sin remedio, las exposiciones, los días de lluvia, sol, lluvia, sol y de nuevo lluvia, todo en uno, coger el Alsa para ir a Oviedo, no tener prisa para nada, los noches de licor y chuches, la sensación de estar en armonía, los partidos de fútbol con pelota de tenis.

Las visitas de Chendi, Aurora y Martín,  el licor de hierbas, las excursiones a cabrales, bañarse en ese río helado... esas cosas aparentemente tan pequeñas que se hacen grandes y valiosas cuando se archivan en tu disco duro.


Conocerte nos ha enriquecido, nos ha hecho crecer, nos ha mejorado.


Has sido una larga, bonita e intensa parte de nuestras vidas.


Gijón eres tú y siempre será Margarita Rayán Prieto.











Foto tomada en "el muro" (Gijón).

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